El conjunto del juego de ajedrez con el tablero y
las piezas colocadas en posición inicial nos hace recordar un campo de batalla,
definido por unos límites en el cual se enfrentan dos ejércitos claramente
diferenciados prestos a entrar en combate.
Las 64 casillas por donde ha de discurrir la
confrontación están bien diferenciadas, siendo de color claro la mitad de ellas
y la otra mitad, de color oscuro. Nos puede correr la imaginación con multitud
de batallas disputadas en este mundo claramente definido, haciéndonos retroceder
en el tiempo donde la caballerosidad y las reglas estrictas de lucha marcaban
las pautas de la batalla.
A través del mismo nos llega un modelo de sociedad
militar donde se reflejan las grandes gestas (la heroica coronación del peón y
su transformación después de todas las penalidades pasadas) y miserias que se
producen (la perdición de un gran ejercito debido a la rápida acción de un
comando suicida).
Sobre leyendas de este juego
La leyenda nos sitúa su nacimiento en la India, su
inventor un brahmán llamado Sissa Ben Dahir lo concibió para distracción y ocio
de un rey, tal fue el éxito en la corte de dicho rey que ofreció a tan
brillante inventor que eligiera su recompensa. El brahmán solicitó que le fuera
concedido un grano de trigo en la primera casilla del tablero, dos en la
segunda, cuatro en la tercera y seguir doblando la cantidad hasta totalizar las
64 casillas del tablero. Dejo a disposición de la gente que tenga una
calculadora a mano, el saber la cantidad de granitos de trigo le correspondían
al sabio por la invención del juego, dudo que el rey pudiera hacer frente a
dicha comanda, ya que la cifra final es tan elevada que sobrepasa la producción
mundial de trigo de la actualidad.
Casi todos los escritos que hay sobre los orígenes
del ajedrez tienden a realzar el influjo que ejerce a todo aquél que lo
practica. Las leyendas se originan en distintas civilizaciones pero en su
mayoría se sitúan en el Lejano y Cercano Oriente. Dichas narraciones fueron
transmitidas de forma oral y los árabes, al ser los sucesores de la tradición
cultural de la zona indo-persa por derechos de conquista, fueron los que
asimilaron las tradiciones del ajedrez a su cultura. Con el tiempo pasaron a ser
escritas adaptándolas a su conveniencia.
Algunas divergencias sobre los
orígenes
Una de las historias de los orígenes del ajedrez
tuvo fuerte arraigo en la Edad Media que daba como inventor del juego a
Palamedes, combatiente en la guerra de Troya. Cuenta la leyenda que Ulises lo
odiaba por ser su genio superior al de él, aunque el héroe de Troya al final
consiguió ganar. Un estudioso llamado Souterus lo reconoció como posible creador
del juego. La fuerte influencia que los clásicos griegos ejercieron en esta
época (la Edad Media) sobre todo realzado con los trovadores y juglares que
transmitían leyendas e historias por medio de la canción y la palabra hicieron
como valedores de invención de problemas ajedrecísticos a Aristóteles,
Platón, Arquímedes... aunque seguramente no fueran ellos sus autores.
Parece que se desarrolló hasta el siglo XX, un
juego que tenía fuerte parecido a nuestro protagonista, en zonas de China e
Indochina; otros con similitudes en el que intervenían dados, fichas y tablero
denominados petteia en los griegos o el de los romanos llamado latrunculi. Ambos
se jugaban en un tablero escaqueado, aunque a modo de ser estricto su parecido
es más cercano a otro juego de la actualidad, el backgammon.
En Bizancio los griegos jugaban a un juego con
similitudes, mucho antes de la aparición del ajedrez en Europa a través de la
invasión árabe en España, llamado zatrikión cuya introducción es achacada a los
persas. También existe una tesis sobre la creación del juego por parte de los
egipcios en tiempos faraónicos. Dichas tesis fueron formuladas por Brunet y
Ballet en su libro “El ajedrez, investigaciones sobre su origen” (Barcelona, año
1890) y las justificaban con unos bajorrelieves hallados en tumbas con el
escaqueado del tablero. Dicha tesis goza en la actualidad de poca aceptación.
En el siglo VII se encuentra fuertemente
detallada la actividad ajedrecística en la cultura árabe a través de una inmensa
colección de finales de partida denominados mansubat. Los mansubat están
presentados como sería hoy en día una revista de ajedrez de resolución de
problemas detallando el número de movimientos a realizar, indicando el bando
que mueve y el bando que tiene que conseguir la victoria o el empate. Altos
dignatarios del mundo musulmán tenían un fuerte arraigo con el ajedrez
encontrándose mansubat realizados por Visires, Califas o Emires. Estas
composiciones pueden ser consideradas como la primera gran manifestación de la
introducción cultural del ajedrez en un pueblo. Para reproducir los movimientos,
los árabes identificaban a las columnas del tablero por los nombres de las
piezas que las ocupaban al inicio de la partida ("de la torre", "del caballo"),
dicha nomenclatura fue la empleada por el Rey Castellano-Leones Alfonso X el
Sabio. Los árabes llegaron a perfeccionar también un sistema de notación que
sirvió de base al sirio naturalizado francés Philippe Stamma para desarrollar el
actual sistema de notación algebraico único aceptado actualmente por la
Federación Internacional de Ajedrez, la F.I.D.E. El nombre de las piezas
Chaturanga en el idioma de su país de origen
significa “cuatro miembros”. En el ejército de la India eran esos cuatro
miembros carros de combate, los elefantes, la caballeria y la infantería. Vemos
la similitud con las torres, alfiles, caballos y peones de la actualidad.
Posiblemente, los nombres actuales de las piezas proceden de voces
arábigo-persas corruptas. De hecho, podemos afirmar hoy que, salvo los nombres
de muy fácil traducción, como caballo, rey o peón, los demás son expresiones que
ya eran corrupciones del sánscrito cuando las adoptaron los persas.
Nuestro famoso erudito Souterus compara las voces
de jaque y mate, con mucho criterio con "xa" y "mat", "el rey está muerto", de
los babilonios que se presupone que de ahí pasó a los persas y de Persia a
Occidente.
Las labores detectivescas para averiguar de dónde
sale la palabra "alfil" nos llevan hacia el "hasti", del sánscrito, a "pil", en
persa, y "fil", "elefante" en árabe. Si anteponemos el artículo árabe "al" queda
al descubierto su transformación al castellano.
La llegada a Europa
No sabemos con precisión cuándo, pero seguramente
antes del siglo XI ya se encontraba difundido en buena parte de Europa. Durante
mucho tiempo se insistió en torno de la posibilidad de que los francos del
Imperio carolingio ya lo conocieran o lo practicaran, aunque nada hay de seguro
en ello, con la excepción del juego que supuestamente el califa Harum Al Raschid
habría enviado como presente al soberano junto con otros regalos, como parte de
un plan de buenas relaciones entre ambos jefes.
Las piezas de ese juego se hallaban originalmente
en la abadía de Saint Dennis. En la historia de dicha abadía, compuesta por
Jacques Doublet y publicada en 1625, se hace referencia a su extravío por muchos
años. Las piezas están grabadas, en su base, con caracteres árabes. Twiss, quien
vio el juego en 1787, dice que para esa fecha había en la abadía quince piezas
mayores y un peón, todas de marfil. La tesis de más confianza supone que se
trata de la obra de un griego oriundo de Constantinopla.
El juego incluye entre sus piezas una figura
femenina, por lo que de ningún modo pudo haber sido elaborado por un musulmán,
no sólo porque éstos nunca tuvieron esa pieza, sino porque los árabes tienen
prohibida la representación de figuras, ya humanas, ya animales. El envío se
produjo poco después de la coronación de Carlomagno -en la Navidad del año 800-
y pudo tratarse de un regalo para su boda con Irene, la emperatriz de Bizancio
(actual Estambul, en Turquía), que nunca se realizó. Forbes opina que la dama,
como pieza de ajedrez, llega a Occidente con el juego que Carlomagno recibiera
como obsequio.
Philidor ya sabía, en 1749, que el ajedrez
guardado en la abadía de Saint Dennis había pertenecido al más grande emperador
de los francos. Éste sería el tablero más antiguo ingresado en Occidente, pero
existen otros, corroborados por referencias comprobables, como el testamento del
conde de Urgel, quien legó al convento de dicha ciudad catalana, en el año 1010,
su tablero con todas las piezas, según lo certifica un documento que se conserva
en la actualidad en el Archivo Histórico de la Corona de Aragón.
Tal vez uno de los documentos más importantes sea
el del rey Martín El Humano, de 1410, en el que se encuentran tres carillas
dedicadas a tableros y piezas de ajedrez de distintos materiales. Casi se puede
decir que este rey fue un coleccionista en lo que a juegos de ajedrez respecta.
Ya pasada la primera mitad del siglo XI, el
documento que más nos interesa es la valiosísima carta de Damiani, arzobispo de
Ostia, quien en 1061 escribió al Papa Alejandro II dándole cuenta del castigo
que había impuesto a un prelado de su diócesis que se entretenía jugando al
ajedrez. De esto deducimos que para esa fecha el juego de los escaques había
prendido entre la clerecía y se hallaba ampliamente difundido en el mundo
medieval.
Sin embargo, la conciencia ajedrecística tardó
bastante en germinar en las mentes medievales. Prueba de ello es que la
bibliografía, en lo que específicamente hace al juego, es escueta. En su mayoría
se trata de composiciones de carácter literario; poemas épicos en francés
antiguo, en alemán, en anglosajón u otros idiomas, en los que se da cuenta del
carácter extremadamente bélico que los medievales dieron a este juego, mucho más
todavía que los árabes. De hecho, el ajedrez era, en España y en otros países
del occidente medieval cristiano, una de las disciplinas que debía cultivar el
futuro caballero, junto con los deportes ecuestres, la caza y la buena lectura
(como las Sagradas Escrituras).
La segunda gran incorporación es el escaqueado;
vale decir la alternancia de casillas claras y oscuras, o claras y rojas o rojas
y negras, que si no cambia radicalmente el juego torna obsoletas algunas
prácticas musulmanas, a la vez que crea alfiles de colores distintos en ambos
bandos, los que no existían hasta su introducción.
¿Cuándo el tablero dejó de ser unicolor y pasó a
ser escaqueado o ajedrezado? Tenemos una precisa alusión en una composición
lírica del año 1100, aproximadamente, procedente del Sacro Imperio Romano
Germánico, que se titula Einsiedeln Poem y que afirma que el tablero nuevo
simplifica el cálculo de los movimientos, permite descubrir errores o
movimientos falsos y ayuda a determinar si un peón tiene posibilidades de
coronar o no (recordemos que éste era, precisamente, uno de los temas que más
preocupaban a los teóricos árabes).
Del firzán a la dama
La metamorfosis del firzán en dama está ligada a
la condición de la mujer en Oriente y en Occidente. Una pieza como la dama o
reina, claro producto del amor cortés y la poesía trovadoresca, sólo pudo haber
sido moldeada en el occidente medieval cristiano, con su alta cuota de
represión sexual. En Oriente, a la dama no se la ensalza; se la goza, se
disfrutan con ella los placeres de la carne, sin culpa alguna, sin perdón ni
arrepentimiento.
Etimológicamente, el proceso operado en el caso
específico de la dama, hizo que de firzán se pasase a alferza, nombre que le da
el rey Alfonso el Sabio en su célebre manuscrito ajedrecístico. Al latinizarse,
esta voz se transforma en fercia, con lo que se da el paso clave para su
metamorfosis sexual, ya que el alferza de Alfonso seguía siendo un personaje de
sexo masculino. Los franceses hicieron fierce y mas tarde vierge (virgen),
asociándola con la Virgen María, con lo cual ya había cambiado de sexo. Las
obras en latín la bautizaron regina, en parte porque la Virgen María es la Reina
del Cielo, o Regina Coelis, y en parte porque en la mayoría de las monarquías
medievales la reina ocupaba un lugar importante.
Los medievales sólo podían entender un juego como
el ajedrez siempre y cuando, junto al rey, se encontrase la figura de la reina.
Ella es regente de sus hijos menores de edad, hasta que estén en condiciones de
hacerse cargo del trono; ella gobierna, toma decisiones, hace la guerra, hace el
amor (con el rey o, en ausencia del rey, con algún gentilhombre dispuesto que
hubiere en la Corte). En otras palabras, es un personaje importante y la
compañía indiscutida del rey.
En algunas regiones de Europa al rey se lo llamó
dominus o señor, también por influencia religiosa; por lo tanto la reina fue
llamada domina, fundamentalmente en tierras itálicas, de lo que fácilmente se
pasó a donna o señora, de lo que derivó dama. Muy probablemente los españoles
empezaron a llamar dama a esta pieza por influencia itálica, promediando el
siglo XVI, que fue una época de intercambio fluido entre las dos penínsulas.
Así es como se operó una de las transformaciones
cruciales en la historia del ajedrez y el farzín de los persas, hecho firzán por
los árabes, de sexo masculino, lento y de poca importancia en el tablero, vino a
resultar la dama ágil, maliciosa, pícara y desenfrenada, capaz de ir de una
punta a la otra del tablero en unos pocos movimientos, reuniendo el andar de los
dos alfiles y el de la torre.
Vías de acceso en Europa
Por los musulmanes:
La España musulmana jugó al ajedrez mucho antes
que el resto de Europa, cuando era una cuña árabe en el continente europeo que
perduró siete siglos hasta la expulsión de los invasores por los Reyes
Católicos, poco antes del descubrimiento de América. El ajedrez era ampliamente
practicado en toda la región por moros, moriscos y mozárabes. Prueba de ello es
el códice que sobre el ajedrez compusiera el rey Alfonso X de Castilla,
conservado en el Palacio del Escorial. Esta magnífica obra, que según los
investigadores es refundición y traducción de un tratado árabe, contiene 103
problemas, de los cuales 89 son mansubat, en algunos casos mal transcritos.
Por los cruzados:
Otra de las probables vías de acceso del ajedrez
en Europa fueron las Cruzadas. El monje Roberto de San Remy compuso en 1099 una
historia de la toma de Jerusalén por Godofredo de Bouillon en la que cuenta que
los príncipes babilónicos (por referencia a la Biblia) lo usaban como
"passetemps". La gesta militar predicada por Urbano II en el Concilio de
Clermont Ferrand, del año 1096, había servido para que el juego completase su
difusión occidental.
Al parecer, los sajones recibieron el juego de los
daneses, en tiempos del rey Athelstan, entre el 925 y el 940, quienes a su vez
lo habían conocido, probablemente, de los rusos, vía Bizancio. Snorri Sturluson
da cuenta del interés que tenía el rey de Inglaterra, Canuto el Grande, por este
juego. El ajedrez entró en Inglaterra en tiempos del rey Guillermo el
Conquistador. Este monarca pretendía la corona inglesa, a la cual también
aspiraba un señor noble, Harold. El rey San Eduardo el Confesor muere y Harold
se apodera del trono, provocando la invasión de la isla. Tras la batalla de
Hastings, en 1066, Guillermo se hace proclamar rey de Inglaterra. Éste sería el
momento en el que el ajedrez entra en Inglaterra.
CAMPEONES DEL
MUNDO DE AJEDREZ: |
Adolf Anderssen (Alemania)
1859-1866
Wilhelm Steinitz1 (Austria) 1866-1894
Emanuel Lasker (Alemania) 1894-1921
José Raúl Capablanca (Cuba) 1921-1927
Alexander Alekhine2 (Francia) 1927-1935
Max Euwe (Países Bajos) 1935-1937
Alexander Alekhine2 (Francia) 1937-1946
Mijaíl Botvinnik (URSS) 1948-1956
Vasili Smyslov (URSS) 1957-1958
Mijaíl Botvinnik (URSS) 1958-1960
Mijaíl Tal (URSS) 1960-1961
Mijaíl Botvinnik (URSS) 1961-1963
Tigran Petrosian (URSS) 1963-1969
Boris Spassky (URSS)
1969-1972
Bobby Fischer (EEUU) 1972-1975
Anatoli Kárpov 3 (Rusia) 1975-1985
Gari Kaspárov 4 (Rusia) 1985-
Anatoli Kárpov 3 (Rusia) 1993-
1 Primer campeón mundial reconocido oficialmente.
2 Alekhine nació en Rusia pero se nacionalizó francés en 1917.
3 Representó a la URSS hasta su disolución en 1991.
Reconocido como campeón por la FIDE desde 1993.
4 Representó a la URSS hasta su disolución en
1991.
Reconocido como campeón por la PCA desde 1993.
Fuente Consultada: El
Portal de Ajedrez
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